Comiendo Centolla en Puerto Almanza.
Después de dos días en la Estancia Haberton volvimos a Puerto Almanza en busca de la aclamada y esperada centolla 🦀
Apenas vimos a los pescadores bajamos a preguntar, efectivamente habían salido a pescar mientras no estábamos y todavía quedaba centolla fresca.
Nos vendieron una por 600PA y nos regalaron otra más pequeña de “ñapa” para que no pelearamos. 😂
Ahora la pregunta del siglo “¿Como cocinamos esto?” Nuestra indumentaria de cocina es totalmente precaria, dos ollas pequeñitas para arroz o pasta y unos pequeños sartenes. Nada donde quepa una y MUCHO MENOS dos centollas.
Comenzamos la tertulia pidiendo una olla adecuada a los pescadores, pero no tenían. Nos hicieron el favor de sacarle todas las viseras y así se redujo un poco el tamaño pero igual no cabían en ningún lugar. Nos fuimos a nuestro lugar donde habíamos estado parando y comenzamos a ver cómo resolvíamos el problema.
Pensamos en arrancar todas las patitas (que es la parte que se come) y cocinarlas de cuatro en cuatro. Eran 16 en total 😅 sin contar las tenazas. Obviamente no iba a funcionar ese plan. Además después de cocinarlas había que meterlas inmediatamente en agua fría y para eso tampoco teníamos espacio.
Dando vueltas al asunto le dije a Nelson qué usáramos dos ensaladeras que tenemos, el problema es qué son de aluminio delgado y existía la posibilidad de que se deformaran. Pensamos “nada, no hay de otra. Sacrificamos las ensaladeras para poder comer centolla” y comenzamos a calentar el agua, acto seguido comenzaron pequeñas explosiones 🤦🏻♀️ pensamos que no lo íbamos a lograr y que la centolla junto a nuestros 600PA y nuestra dignidad como cocineros iban a ir a para al mar.
Lo increíble es que pararon las explosiones, estuvieron listas las centollas y las ensaladeras quedaron intactas.
Un final feliz para todos, incluso para Lua que comió tanta o más centolla que nosotros.
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