Viaje en balsa desde Manaus hasta Belém do Pará.

Nuestro viaje por el amazonas en balsa.

Debo admitir primeramente los nervios que me generaba comenzar el viaje en balsa, era un miedo ansioso pero bueno, de esos de los que te da cuando vas a hacer alguna cosa por vez primera.
Fuimos al puerto un par de veces antes de embarcarnos a hacer nuestras averiguaciones y así aprovechamos a conocer el lugar. La gente se mostraba bastante amable, sobretodo los empleados de la empresa naviera, que se nos hicieron caras conocidas por los días que habíamos ido antes.
El día de embarque comenzó así, llegamos al puerto Trairi a eso de las 9 AM, hora pautada por la empresa. Nosotros éramos los últimos en subir a la balsa por cuestiones de espacio y logística, así que nos tocó esperar unas 5 horas hasta nuestro turno y luego unas dos horas más para comenzar a navegar hacia Belém do Pará. Ese transcurso de tiempo fue suficiente para que se nos acercaran todos los motoristas de la balsa a hacernos preguntas sobre nuestro viaje y lo que hacíamos, hacia donde íbamos, qué queríamos conocer, etc.

Comenzamos a entablar amistad, todos se mostraron muy alegres de hacer el viaje con nosotros, la orilla de la balsa, donde estaba nuestra kombi estacionada era el lugar de las reuniones para hablar sobre cualquier cosa y nos hacían formar parte de todas las conversaciones (las que entendíamos), con el transcurrir de unos dos días ya todos éramos una pequeña familia, nos mostraron fotos de sus familiares que los esperaban en casa, esposas, novias, hijos, nietos y hasta de un par de perritos, nos decían que todavía les faltaba mucho camino por andar luego de bajarse de la balsa y que sólo regresarían a sus casas en unos 20 o 30 días más, nos decían entre risas que era muy valiente de nuestra parte hacer un viaje así y que a ellos aunque les gustaría viajar prefieren la comodidad de sus hogares.

 

Al tercer día de viaje comenzamos a pasar por el estrecho del Amazonas, nuestros sentidos de fotógrafos se activaron y desde allí no guardamos más nuestras cámaras, nos rodeamos de árboles, de viviendas indígenas, de una tranquilidad y unos colores increíbles. Algo que nos sorprendió bastante de la mejor manera posible, fue qué los motoristas llevan bolsas con chucherías que floten y a medida que van cruzando el estrecho, van arrojando las chucherías a los niños indígenas los cuales reman lo más cerca posible de la balsa para alcanzarlos.

 

 

 

También hay mercaderes que reman hasta la balsa y suben a vender pescados y víveres a la parte de la cocina, otros venden camarones salados y los mejores palmitos del mundo por el lado de la balsa, es decir, justo donde estábamos nosotros.
Ese mismo día en la noche nos abordó una lancha de seguridad, subieron unos tres hombres armados a vigilar la balsa por las siguientes noches y nos explicaron qué por la parte del estrecho también hay piratas que se suben en las noches a las balsas mientras todos duermen para ver qué pueden robar. Esa noche del susto decidimos dormir con toda la kombi cerrada, ya que si se llegaban a montar nosotros seríamos los primeritos en ser robados por nuestra ubicación.

 

Cuando terminábamos de pasar el estrecho encallamos, la brisa era muy fuerte y se llevó la balsa hasta la orilla derecha del estrecho, con algo de miedo vimos la balsa clavarse en la selva, justo a unos metros de una vivienda indígena, de la cual salieron tres pequeñas con mucha cara de susto a ver que había ocurrido.

Todo salió bien y logramos desencallar sin ningún herido y ninguna casa dañada, los motoristas nos comentaron también que encallar era muy normal y que pasaba casi en todos los viajes puesto a que la balsa es muy pesada para maniobrar bien.
El quinto y último día de viaje lo pasamos todos juntos en la orilla, viendo el día pasar frente a nosotros, conversando y riendo, incluso uno de nuestros amigos se puso a pescar y como no pescó nada le echó la culpa a que la carnada no era buena.

A eso de las 4:50 nos faltaban unos 15 minutos para llegar a Belém cuando la balsa se detuvo de repente. Resulta que se había roto la correa del hidráulico y que no tenían repuesto (en medio de todo, agradecimos que eso no pasó en el estrecho con los piratas) básicamente estuvimos unas 4 horas más a la deriva del rio hasta que llegó una lancha con el repuesto y pudimos continuar el viaje. Finalmente, desembarcamos a eso de las 10:30 PM, muy cansados ya para manejar y siguiendo los consejos de nuestros amigos, pasamos la noche en el puerto y al día siguiente partimos temprano a ver que nos deparaba Belém.

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